Historia del Cooperativismo
En Puerto Rico se forma nuestra primera cooperativa organizada: “Los Amigos del Bien Público” en 1873. La cooperativa era liderada por Santiago Andrade, un puertorriqueño de oficio carpintero. Se dedicaba a prestar servicio de salud y las tarifas variaban de acuerdo con la edad del socio. Este es uno de los sucesos más importantes en la historia del cooperativismo puertorriqueño. Marca el comienzo del desarrollo de una alternativa económica y social para nuestro pueblo. Para el año 1908, Rosendo Matienzo Cinturón expone el Primer Plan Integral Global para iniciar un Movimiento Cooperativo Puertorriqueño. En el año 1920 se aprueba la primera ley sobre cooperativas: la Ley 3, del 6 de mayo de 1920, relacionada con la organización y funcionamiento de las cooperativas de consumo y producción. El 14 de julio de 1926 la Legislatura aprueba la Resolución Conjunta No. 5, eximiendo del pago de contribuciones sobre la propiedad a todas las cooperativas organizadas bajo la ley 70. A partir de la década del 40 comienzan a organizarse las cooperativas de consumo principalmente en comunidades rurales.
Para estos años la profesora Ana María O’neill realiza acercamientos con el Movimiento Social de Antigonish en Canadá invitando a Puerto Rico a Monseñor Moses Coaday, pero éste enferma y envía al Padre Joseph Alexander MacDonald a ofrecer unas conferencias sobre cooperativismo en la Universidad de Puerto Rico. Estas conferencias lograron interesar al Presidente del Senado, Luis Muñoz Marín, quien nombra una Comisión para visitar Canadá y estudiar el desarrollo y funcionamiento del cooperativismo. A su regreso, la Comisión hizo una serie de recomendaciones para el desarrollo del cooperativismo en Puerto Rico, entre las que se destaca la aprobación de la Ley 291, Ley General de Sociedades Cooperativas el 9 de abril de 1946. El 16 de julio de 1948 se organizó la Liga de Cooperativas de Puerto Rico, organismo central y de más alto nivel del Movimiento Cooperativo Puertorriqueño. La visita de la Comisión a Canadá y la actitud favorable del Gobierno hacia el cooperativismo ayudaron a que se produjera una fuerte organización de cooperativas de todo tipo en Puerto Rico, comenzando en la década del 50. Se daba mucha importancia a la educación cooperativa.
La iglesia católica también jugó un papel importante organizando sobre 35 cooperativas de crédito parroquiales y una oficina central de Acción Social que ofreció seminarios y congresos para orientar a los católicos sobre el cooperativismo. Esta oficina fue dirigida por Monseñor Antulio Parrilla Bonilla. En 1950 se organiza la Federación de Cooperativas de Ahorro y Crédito que se mantuvo funcionando hasta 1992. En el 1953 se crea el Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico por disposición legislativa, desde 1979 ofrecen el grado de Bachillerato en Cooperativismo. En el 1957 se estableció un Programa de Cooperativas Juveniles en el Departamento de Instrucción Pública y se crea la Administración de Fomento Cooperativo. Para las décadas de los 50 y 60 se organizaron importantes cooperativas de consumo y de seguros que fortalecieron al Movimiento Cooperativo. El sector de consumo se organizó en federaciones estableciendo un almacén central. En el área de los seguros cooperativos se crea la Cooperativa de Seguros de Vida en 1960 y la Cooperativa de Seguros Múltiples en 1964, por virtud de la Ley 84.
También comienzan a surgir cooperativas de tipos diversos, entre éstas, se destacan en estos años las de transporte que organizaron una federación y las gasolineras. El 21 de junio de 1966 se aprueba la Ley 88 que crea el Banco Cooperativo de Puerto Rico. Para este mismo año fusionan 42 cooperativas de consumo en la Cooperativa Consumidores Unidos de Puerto Rico, UNICOOP, creando la cadena de supermercados más grande del país. En las décadas del 70 y 80 toman auge las cooperativas de ahorro y crédito, seguros y vivienda. Aunque la primera cooperativa de vivienda se incorpora en el 1948, (Cooperativa El Falansterio) no es hasta 1966 cuando comienzan a incorporarse las cooperativas de vivienda de tipo gerencial que tenemos hoy. La Administración de Fomento Cooperativo contrató la “Foundation for Cooperative Housing”, que tenía experiencia en el desarrollo de vivienda en Estados Unidos, y éstos elaboran un programa para incorporar las cooperativas de vivienda tipo gerencial en Puerto Rico. En el 1970 se crea la Asociación de Administradores de Cooperativas de Ahorro y Crédito, hoy Asociación de Ejecutivos de Cooperativas de Ahorro y Crédito. El 15 de junio de 1973 se aprueba la Ley 1, Ley de Sociedades Cooperativas de Ahorro y Crédito.
Esta ley autoriza la incorporación, organización, dirección, dominio y disolución de cooperativas de ahorro y crédito, definiendo sus facultades, fines y responsabilidades. La Ley 1 deroga la Ley 10 del 1ero de julio de 1947. El 8 de junio de 1973 se aprueba la Ley 122 que independiza la Oficina del Inspector de Cooperativas de la Administración de Fomento Cooperativo. En el 1980 se aprueba la Ley 80, Ley del Seguro de Acciones y Depósitos para cooperativas de Ahorro y Crédito. Esta ley se crea a petición del Movimiento Cooperativo para disponer de un seguro que les brinde confianza a los socios sobre sus depósitos en las cooperativas. Se creó un departamento en la Oficina del Inspector de Cooperativas para administrar el seguro. En el 1990 se aprueba la Ley 5, ley de la Corporación de Seguro de Acciones y Depósitos (PROSAD) que permite separar el seguro tiene una cubierta de $100,000 sobre los depósitos y acciones de los socios. Las cooperativas aportan el 100% del capital del seguro y el 100% de las primas. En el 1985 se aprueba la Ley 91 que autoriza a las cooperativas de ahorro y crédito a crear departamentos que ofrezcan servicios múltiples.
Se crearon departamentos de farmacia, gasolineras, funerarias, supermercados y agencias de viajes. Las cooperativas de ahorro y crédito se han convertido en empresas de mucho crecimiento económico en Puerto Rico. Estas cooperativas están integradas en cooperativas comunales abiertas, cerradas en agencias de gobierno, empresas privadas, asociaciones, uniones y cooperativas federales. Se rigen por la Ley 6, aprobada el 15 de junio de 1990 que derogó la Ley 1.
Entre los servicios que ofrecen las cooperativas de ahorro y crédito se destacan cajeros automáticos, préstamos personales, hipotecarios, turísticos, estudiantiles universitarios, comerciales, financiamiento de autos, de enseres, de seguros, certificados de depósitos, cuentas de ahorro, cuentas de cheques, tarjetas de crédito, alquiler de cajas de seguridad, depósitos directos y descuentos de nómina. En octubre de 2003, celebrando el mes del cooperativismo, cerca de siete billones de dólares en activos, un millón de socios, un total de 342 cooperativas, que generan alrededor de 6,408 empleos directos es el producto de las aportaciones del Movimiento Cooperativo a la economía de Puerto Rico.
Según los datos presentados por la Liga de Cooperativas, al 30 de junio de 2003, las cooperativas tenían un total de $6.9 millones en activos, a esta cifra tenemos que sumar $82 millones de dólares para el período en referencia. Los sectores que reflejan la mayor cantidad de activos son las cooperativas de ahorro y crédito, que tenían un total de 5.7 billones de dólares, las cooperativas de seguros con $799.7 millones, el Banco Cooperativo $272.4 millones y $26.8 millones de dólares las cooperativas de consumo. El cooperativismo ha evolucionado en Puerto Rico, rescatando producción y empleos que estuvieron en riesgo de desaparecer. En los últimos años hemos visto una marcada tendencia en lo que se refiere a la creación de nuevas cooperativas que no son de ahorro y crédito. Se han incorporado un total de cuarenta nuevas cooperativas, éstas de tipo industrial, comercial, trabajo y servicios. De esta forma las cooperativas siguen aportando positivamente a nuestro pueblo, representan una amplia gama de sectores económicos y sociales tales como empresarios, trabajadores, manufactureros, vivienda y servicios.
Ejemplos de cooperativas creadas recientemente tenemos dueños de farmacias de la comunidad, propietarios de laboratorios, unión de mayoristas y distribuidores independientes, cooperativas juveniles en las escuelas públicas y una gran variedad de cooperativas de servicios y de trabajo. Por todas las razones ante expuestas la isla cuenta con Movimiento Cooperativo Puertorriqueño que demuestra una gran fortaleza económica y social.